Patrimonio Cultural: la esencia de lo local

Patrimonio Cultural: la esencia de lo local

Afirman los teóricos del desarrollo, que entre más avanzamos en un mundo globalizado, más valoración se produce de lo local y en dicha valoración, cobra una importancia capital nuestra identidad, nuestro anhelo de diferenciarnos del resto del mundo, del resto del país, del resto de la región. De ahí, que en comunidades pequeñas como Máfil, el rescate patrimonial material e inmaterial, la recuperación de la memoria como la recreación de manifestaciones tradicionales se han revitalizado frente a la homogenización cultural a la que nos arrastra la globalización. Este proceso de fragmentación territorial positiva se ha potenciado por la consolidación de toda una institucionalidad nacional y local que promueve la valoración permanente del patrimonio cultural de cada comuna.
En Máfil, esta institucionalidad tiene larga data, quizá una de las más antiguas de la región del Los Ríos, naciendo a mediados de los años 80 nuestra actual Casa de la Cultura, que inició de manos de la Maestra Beda Meneses y su colaboradora María Inés Gutiérrez, un quijotesco proyecto para acoger las expresiones culturales y artísticas de la comuna, encontrando tímidamente espacio para la música, la artesanía y las letras, donde destaco a la gran maestra y escritora valdiviana Teresa García, quien difundió su arte de la declamación en niños y jóvenes mafileños. Asimismo, dentro de esta búsqueda temprana de diferenciación, de identidad y proyección territorial, se debe reseñar el Festival de la Leche que permitió mostrar la región y la comuna desde el punto de vista productivo, pero también las tradiciones y costumbres del mundo rural de esa época. De aquello, el Festival de la Leche es parte de la historia, pero hoy tenemos una decena de ferias costumbristas locales que dan colorido y alegría en los meses estivales; y de la Casa de la Cultura, hemos visto como ha mutado en una institución cultural mayor, que acoge diversidad de expresiones artísticas culturales, formando talentos y difundiéndolos a nivel regional y nacional; sin embargo, su aporte mayor estriba en ser el motor identitario, el reservorio de la memoria que rescata una historia propia desde el valor de nuestros pueblos originarios, las crónicas de las familias alemanas, los asentamientos mineros de oro y carbón o de los constructores del trazado de la línea férrea y carreteras, que fueron dando diversidad social y cultural a ese pequeño asentamiento ferroviario de Pidey que dio origen al pueblo de Máfil.
Toda comunidad tiene su historia patrimonial y en los tiempos actuales su puesta en valor y rescate, es una necesidad, un grito necesario que reclama presencia en este mundo global; es la esencia que le da sentido al ser y existir de toda comunidad.

Columna de opinión Prof. Juan Carlos Carrasco Navarrete, Director DAEM MÁFIL

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