La leyenda cuenta que hace mucho tiempo atrás en el Cine Cervantes los asistentes solían gritar, medio en broma, medio en serio, la frase: ¡Yapo cojo! ¡Apúrate cojo! Esto se daba cada vez que un film debía ser cambiado por otro en las máquinas proyectoras para poder completar la función. Ciertamente no existía ninguna persona que tuviera alguna dificultad para caminar o le faltara una extremidad, pero la tradición del cojo perduró por muchos años y habría tenido su origen nada más y nada menos que en España. Así lo recuerda Heriberto Vargas, uno de los proyeccionistas más antiguos que tuvo el Cine Cervantes y que hace unos días volvió a visitar el lugar que algún día fuera su lugar de trabajo.
Mientras transitaba por los pasillos del ahora Teatro Regional Cervantes, los recuerdos de Heriberto Vargas iban aflorando instantáneamente; desempolvando cual rollo de película sobre el estante muchas historias que formaron parte del recinto: “yo comencé como operador y portero aproximadamente en el año 1963, una vez se reabrió el Cervantes post terremoto. Luego estuve a cargo del Cine Central por muchos años -frente a la Plaza de la República- y una vez dejó de existir volví aquí”, indica.
“Aún recuerdo la primera vez que me presenté en este cine. Fue un día jueves y me recibió un tal Muñoz, que me dijo que acá en la pega no duraban mucho. Me mandaron altiro a ayudar al operador que había en ese tiempo y me dio la confianza para quedarme solo proyectando, mientras él bajaba a la sala a ver la película. De hecho, si había algún problema, lo que tenía que hacer era una seña con la mano a la película que se estaba proyectando para dar la señal de alerta”, relata.
UN VAMPIRO DE LOS CLÁSICOS
“Dark Shadows” (título original) o “Sombras Tenebrosas” en español, fue una serie para televisión que se transmitió desde 1966 a 1971. Su temática misteriosa y sombría logró fama mundial cuando al año de su primera emisión apareció por primera vez Barnabas Collins, un vampiro de 175 años que, como buen ejemplar de su especie, buscaba sangre fresca, además de su amor perdido. “Nunca vi el cine tan lleno, tan repleto de gente como el día que dimos Barnabas Collins. Solo pudimos exhibirla durante el día, ya que la cinta llegó en tan mal estado que lamentablemente no daba para otra función”, agrega.
Tiempos donde cada uno de estos rollos cinematográficos distaba mucho de la liviandad – y capacidad de almacenamiento- que posee un pen drive hoy en día…. “Las películas las íbamos a buscar al Terminal de Buses y cada una de ellas pesaba alrededor de 50 a 60 kilos. Nos movilizábamos en taxi o con un amigo al cual le daba una entrada a cambio”, rememora.
El ex proyeccionista se mantuvo en el reciento de calle Chacabuco hasta el año 2005 aproximadamente, tal cual narra: “yo creo que me retiré de aquí un año antes que muriera por completo el Cine Cervantes. Para mí, haber trabajado en esto fue lo más lindo. Yo era un fanático del cine, así que también disfrutaba mucho mi trabajo. Ver esas máquinas proyectoras era lo máximo”.
“Me alegro que se haya podido recuperar este espacio y aún se sigan proyectando películas clásicas”, puntualiza.
¿Y qué pasó con el cojo? En los ´60 llegó un operador que era español y cuyo nombre era Alfredo Pérez. Él tenía una hija en Galicia, España, por lo que iba constantemente a visitarla. “Una vez a Joaquín Jiménez y a mí nos preguntó: – ¿Saben por qué me dicen cojo? Lo que pasa es que, en mi tierra, la palabra “huevón” es cojo -nos dijo-. Entonces, en vez de gritar “yapo huevón” quedó como “yapo cojo”. No es que existiera alguien con discapacidad o algo parecido. Y lo peor no era lo del “cojo”, sino cuando en galería se ponían a zapatear para que uno se apurara con el cambio de películas en el proyector”, finaliza Heriberto Vargas.
Dos generaciones unidas en el Teatro Regional Cervantes. De izquierda a derecha, Felipe Silva, Ejecutivo de Iluminación; Heriberto Vargas, ex Proyeccionista; y Moisés Quinchagual, Ejecutivo de Sonido.
Heriberto Vargas recordando sus tiempos de proyeccionista donde le tocó exhibir los grandes clásicos que se estrenaron en el ex Cine Cervantes, hoy Teatro Regional Cervantes.