Puertomontino de nacimiento y valdiviano de corazón o de tomo y lomo. A estas alturas son pocos los que no conocen la labor de José “pepe” Araya, ligado vastamente a movimientos de promoción de los Derechos Humanos, patrimonio y memoria o defensor del medioambiente. Llegó a Valdivia con un sueño: cursar la carrera de Historia, Geografía y Educación Cívica en la UACh y demostrar que pese a las adversidades y muchas veces la carencia económica sí se podía salir adelante. Y lo logró, a pesar de los años convulsionados que se vivían en el país a mediados de la década de los ochenta. “Los años de estudiante de toda esa generación fueron muy agitados, de mucho aprendizaje social y político. Asimismo, me permitió hacer mucho trabajo voluntario en las poblaciones de Valdivia, generando contactos con la zona sur como las poblaciones San Luis y Auto Construcción; zonas con las que trabajo mayormente ahora y donde está el gran proyecto del Parque Catrico con el cual colaboro”.
“Pepe” también ha estado intrínsecamente ligado al mundo audiovisual, del cual forma parte en la actualidad, al ser miembro del Centro de Promoción Cinematográfica de Valdivia que levanta el Festival de Cine. “Hemos colaborado con diferentes experiencias cinematográficas desde el territorio como el Festival de Cine Indígena de la Araucanía. A partir del trabajo de la economía creativa estamos también marcando una presencia importante en Los Ríos, donde Valdivia tiene mucha experiencia, no solo en lo cinematográfico, sino que también en su rol turístico. También participo fuertemente del movimiento regionalista, donde soy presidente regional de la Fundación Chile Descentralizado, apoyando las políticas locales que fomenten y apoyen la descentralización y regionalización”, narra.
José “Pepe” Araya, llegó desde Puerto Montt a Valdivia en 1984 para seguir su sueño de estudiar en la UACh.
-Constantemente se te ha ligado a la defensa de los DDHH. Si pudieras hacer un resumen de tu vida en este aspecto: ¿Cómo sería?
“Siempre he estado ligado a la defensa de los derechos humanos. Yo salí de la UACh en 1988 y en marzo de 1989 ya trabaja para la Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo -CODEPU-. El activismo en la universidad también significaba que había colectivos de estudiantes que colaboraban con las organizaciones de Derechos Humanos nacionales. También había un equipo pro CODEPU que apoyaba a los profesionales que venían desde Santiago a ver a los presos políticos que estaban en las cárceles del sur de Chile, así como a los equipos que venían a atender a las víctimas de la dictadura. Fue un trabajo muy importante, específicamente en la zona cordillerana como el caso Liquiñe, que es uno de los más importantes que tenemos en la región de Los Ríos”.
“Después me dediqué a temas de educación en derechos humanos y me fui especializando en lo que hago hoy día, que son temas de participación ciudadana en distintos niveles, donde he trabajado para el movimiento poblacional, ambiental, mapuche; así como con la academia y sectores empresariales siempre motivando a la gente que conozca sus derechos y participe de los espacios que se crean a nivel local y regional”.
– Que significado le atribuyes a septiembre y al 11 en especial. ¿Crees que se recuerda como debe o falta algo por hacer?
“Septiembre es un mes simbólico por el Golpe de Estado que generó el inicio de un proceso muy oscuro en la historia del país. De hecho, acá hubo una represión muy intensa, especialmente por el Complejo Forestal y Maderero Panguipulli -COFOMAP-. Es una de las pocas regiones donde la dictadura militar concentró su aparato militar para exterminar, según ellos, a los guerrilleros que estaban instalados en la Cordillera de la Provincia de Valdivia”.
“En particular, para mí, yo lo veo como un espacio importante para la construcción de la memoria a nivel nacional. Un espacio muy relevante para las familias también. Hay que recordar que, en nuestra zona, los meses de agosto, septiembre y octubre acaparan los casos más relevantes sobre DD.HH y que congregan las principales actividades conmemorativas, lo cual también es significativo para los espacios de memoria para el futuro”.
José Araya en Liquiñe, lugar vinculado a violaciones a los derechos humanos en tiempos de dictadura cívico – militar.
– ¿Cómo se puede construir la memoria de manera que también haya un aprendizaje continuo de ésta?
“La memoria debe ser un tema de conversación con las nuevas generaciones. Es un punto clave para entenderlo. Mucho de los memoriales que uno ve son construcciones que hicieron las propias familias, los cuales están pensados, precisamente, para recordar cierto hito. Esa situación debe tener una conversación más de largo plazo, pensando que esas instalaciones deben generar el efecto de resguardar la memoria”.
“Creo que falta un poco de eso y mucho de educación pública. Somos un país donde perdimos la educación cívica en las escuelas y eso no se ha recuperado del todo, lamentablemente. No obstante, nosotros somos un territorio relativamente pequeño y podemos avanzar de buena manera para aprovechar el trabajo de la Mesa de DD.HH y Patrimonio, con la finalidad de tener una línea de formación educativa con las nuevas generaciones que genere nuevo contenido e ideas”.
– ¿Cómo evaluarías la Mesa de DD.HH y Patrimonio en relación a las actividades realizadas en el marco de los 50 años?
“Este instrumento tiene su génesis en el segundo periodo de la Presidenta Michelle Bachelet, principalmente buscando instalar, con las autoridades políticas de la región, un espacio que nos permitiera discutir la pérdida del patrimonio ligado a la memoria de los derechos humanos. También la necesidad de rescatar y resaltar espacios patrimoniales muy relevantes, lo cual se logró, como el levantamiento del proyecto de la recuperación de la ex cárcel de Valdivia que es patrimonio histórico o aportes relevantes en la localidad de Neltume, entre otros. Siempre he destacado y apoyado que la mesa tenga un perfil técnico”.
“En torno a la conmemoración de los 50 años del golpe, creo que la Mesa logró los objetivos planteados, aunque siento que fue un poco tardía. Sin duda quedó pendiente el proyecto de restauración de los memoriales, que era bien importante para mejorar las instalaciones que ya existen en Valdivia y comunas”.
– ¿Qué acciones se están realizando en la Asociación Comunidad Humedal de la cual eres secretario ejecutivo y cuáles se tienen planeadas a futuro?
“Esta comunidad surge del conflicto en Valdivia con la contaminación del río Cruces en 2004 y queda instalada una idea de trabajo en distintas comunidades locales de defensa permanente de este humedal. Así nace la Asociación que reúne a 64 organizaciones de base en las comunas de Valdivia y Mariquina y el trabajo principal es la protección del área, pero también generar actividades económicas consecuentes y pertinentes con la conservación natural”.